Nuevos turistas



Hace no tanto, digamos unos 25 años, un turista era una persona con sandalias, calcetines, camisa floreada y cámara fotográfica. Una persona que se parecía bastante a la escultura hiperrealista de Duane Hanson, con su mirada vacía y una sensación de vacuidad. De forma intuitiva, todos reconocíamos un turista y, especialmente, sabíamos distinguirlo de los que no eran turistas.

Algunos turistas aún usan camisas floreadas y aunque han sustituido las cámaras por los smartphones, no han perdido su hábito fotográfico. Pero poco a poco se han ido integrando nuevos personajes a la vida turística, hasta el punto que se ha hecho muy difícil trazar la frontera del turismo y del turista. No es solo que se han ampliado las motivaciones, los destinos y los itinerarios; es, sobre todo, que la sociedad fordista que propició la aparición del turismo 'masivo' se ha desintegrado. 

No es fácil identificar los nuevos turistas. Si Duane Hanson intentase hacer una nueva versión de sus esculturas, debería llenar un estadio de personajes inéditos. En todo caso, a efectos de inventario, éstos son algunos de los integrantes de una nueva sociología del turismo.

Neo neo rurales

En los años 80, los neorurales huyeron de las ciudades y buscaron una vida alternativa en los últimos reductos de la ruralidad. Joan Nogué estudió la mirada bucólica (un poco naif) de estos fugitivos de lo urbano, que crearon versiones románticas del campo. Este movimiento se ha recuperado en los últimos años y nuevamente algunos urbanitas han apostado por el mundo rural para establecer sus proyectos personales y profesionales.

En las casas rehabilitadas (posiblemente con corten y vidrio laminado), hay wifi, calefacción y televisión por cable. Las carreteras de acceso son decentes y se puede acceder a un Caprabo en unos minutos. Las explotaciones agrícolas son ecológicas y eficientes. Algunos han creado su propio vino, en bodegas de diseño. Otros han recuperado variantes locales y comercializan productos de gama alta. Es un campo sin uñas negras, ni olor a excrementos, ni caminos de barro. Una versión hiperurbana de un entorno rural, donde los turistas ya no buscan boinas y azadas.

Turistas no turistas

Algunos turistas quieren no serlo. Y aunque se desplazan fuera de su entorno habitual por más de 24 horas y menos de un año por una motivación de ocio, aunque son turistas en definitiva, quieren no serlo. Y por eso van a los lugares donde no van los turistas. No saben que si los turistas van a los lugares donde no van los turistas, estos últimos dejan de ser los lugares donde no van los turistas. Los no turistas no saben muy bien dónde ir, pero tienen claro dónde no ir: Donde van "ellos".

Existen páginas para no turistas, circuitos para no turistas, consejos para no turistas y una industria (no) turística para no turistas. Es fácil ver que este proceso se va a complicar. Pronto los no turistas más no turistas van a lamentar la presencia de no turistas un poco turistas y van a reclamar espacios donde no solo no vayan "ellos", sino tampoco "los otros". Seguramente, aparecerán los no no turistas, si se permite la doble negación. 

Post bohemios

En un fantástico artículo, Quaglieri y Russo identifican los nuevos actores turísticos de la ciudad de Barcelona. Además del turista tradicional (el cazador de sights) y del turista de negocios, reconocen a un "nuevo turista cultural" y a los post-bohemios. Estos últimos se caracterizan por un estilo de vida provisional. Son residentes, pero no tienen la intención de establecerse perpetuamente en la ciudad; es como si su espacio habitual no pudiera ser delimitado, porque siempre están a punto de irse. 

Están en la ciudad para vivirla, para sentirse partícipes de la atmósfera urbana de Barcelona. Son cosmopolitas y es posible que hayan residido en otras grandes ciudades anteriormente. No están anclados. Puede que trabajen o estudien, pero su proyecto vital en la ciudad es transitorio. Realizan un zápping cultural por las ofertas múltiples de la metrópolis y escogen el menú a la carta. Rehúyen los circuitos turísticos tradicionales y se mueven por recomendaciones y prescriptores. 

eTrotamundos

Dejarlo todo por un tiempo. Dar la vuelta al mundo en bicicleta, trazar una ruta solidaria, viajar en silla de ruedas o por mar, o buscando desiertos, o con niños... Cada viaje tiene más de reto personal, de una vivencia extrema, que de proyecto turístico. Son la nueva generación de trotamundos, la mayor concentración de grandes viajes de la historia. Con un rumbo más o menos diseñado, la nueva generación del Grand Tour es una necesidad vital de un zápping de experiencias, como el león que deben matar los masais adolescentes. 

Los nuevos trotamundos necesitan explicar y explicarse. Por eso, detallan su viaje en blogs donde podemos ver su versión (más o menos idealizada) de estos nuevos magallanes. Después de 10 horas de bicicleta, o de otras tantas de mochila y bota, deben encontrar un espacio wifi en el que escribir un nuevo capítulo de su libro de viajes virtual y abierto. De hecho, los dos viajes (el vivido y el narrado) se acaban confundiendo y uno ya no sabe si las vivencias crean relatos o la necesidad del relato crea las vivencias. 

Coolhunters

Un excursionista es un viajero que no pernocta. Los estudios turísticos siempre han fijado la frontera de la pernoctación para diferenciar turistas y excursionistas, al menos por dos motivos. En primer lugar, porque dormir requiere utilizar una empresa de alojamiento (aunque cada vez menos) y además porque dormir fuera de casa certifica la ruptura con lo cotidiano, da fe de lo excepcional del momento. ¿Recuerdan las colonias?.

Hoy en día es posible recorrer largas distancias en unas pocas horas. Podemos comer en Venecia y dormir en casa. O recorrer las galerías de una exposición por la mañana y en la tarde asistir a las clases en nuestra ciudad de origen. Eso ha permitido la aparición de cazadores de experiencias fugaces, que no se sienten atraídos por el continente que acoge ese restaurante, esa exposición, ese concierto o esa convención de ufólogos. No existen los espacios, sino los instantes. No van a París, sino a la exposición de Magritte. No acuden a Copenhage, sino a la bienal de arquitectura. Es un turismo sin espacios turísticos.

Rosebuds

Volver. Como quien mira un álbum de fotografías antiguas. En una sociedad en la que todos hemos viajado, volvemos a aquellos lugares en los que fuimos felices. Como un turismo de nostalgia son turistas que evocan las vacaciones de verano con quince años (y el primer beso robado), la ciudad en la que por un instante fueron felices o el bosque que entonces parecía encantado. Son viajeros en el tiempo, y no en el espacio, que intentan sentir por un momento la emoción que reside en la memoria. Son turistas rosebuds, porque han descubierto que tan solo fueron felices de veras montados en ese trineo. Viajar es morder la magdalena de Proust de los lugares.

Comentaris

Tomás ha dit…
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Tomás ha dit…
Muy interesante reflexión sobre los "nuevos turistas".
De hecho creo que muchos turistas actuales pasan por varias de las tipologías que presentas a lo largo de sus viajes.
El "eTrotamundos" por América Latina se convierte en "Post- bohemio" a su llegada a Barcelona. Autodeclarado "no turista", opta por escapadas "neo neo rurales" donde aprender a hacer queso. Y como un buen Rosebud, rememora los sabores de aquellos tomates que ya no se encuentran en los supermercados.
No me da tiempo a meter el Coolhunter porque pierdo el tren a Zaragoza, un conciertillo de Bigot y de Vuleta a casa a las 24:00.

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